Jose Inazio Elizalde Donostiako alkatea ere aliatuek erail zuten 1813-8-31n

Jose Inazio Elizalde Donostiako espetxeko alkatea (hiru zeuden) aliatuek erail zuten 1813-8-31n, kolpatu eta hitz egin ezinean utzi zuten hil aurretik bere familiaren aurrean, preso zeuden soldadu aliatuek salatuta. Donostiako aurreneko alkatea Miguel Antonio Bengoetxea aliatuek lapurtu eta jipoitu zuten baina lortu zuen bizirik irtetzea Donostiatik, bere aitortza eman zuen epailearen aurrean 78. lekukoa da. Manuel Gogortza 2. alkatea eta Ohiko Epailea Bengoetxearekin batera zegoen hiru barruan 31n, Zubietako aktak sinatzen azaltzen da astebetera, eta bere planaren arabera berreraiki zen Donostiako alde zaharra duela 200 urte.

Jose Inazio Elizalde Donostiako espetxeko alkatearen erailketa, 1813ko lekukoek kontatzen dute:

48.- Jose María Bigas Presbitero, 30 años.

Don José María de Bigas, presbítero vecino de esta Ciudad, testigo
presentado y jurado, siendo examinado al tenor del interrogatorio, declaró como
sigue:
… habiendo verificado en este momento el ataque, tubo a bien de aceptar el convite que le hizo de su habitación y mesa el señor don Joaquín Santiago de Larreandi, presbítero beneficiado de ésta, creyéndose en todo evento muy seguro a la sombra del mayor bienhechor que tubieron los prisioneros aliados durante su prisión, pero quedaron burladas sus esperanzas y el deponente,
admirado al ver en un instante robar en su misma presencia todo lo que había de
provecho en la habitación de dicho señor y pasar succesivamente a maltratar a las
personas, matando al Alcaide José Ygnacio de Elizalde y amenazando por tres veces al testigo: primero quando un granadero portugués agarró de la levita al difunto Elizalde con el fin de separarlo de su muger y familia, conociendo sus intenciones se metió de por medio, suplicando a dicho granadero suspendiera la execución de su proyecto contra dicho Elizalde hasta justificar eran ciertas y bien fundadas las quejas de los prisioneros contra el dicho, pues de lo contrario ninguna seguridad podía tener el hombre más virtuoso en su honrado proceder ni efecto las más sabias leyes establecidas para mantener el orden y proteger la inocencia, si un malvado con un falso testimonio pudiese, por quejas particulares, matar impunemente a su enemigo;

que esta súplica, acompañada de esta libre y bien fundada reconvención que creía haría alguna fuerza, principalmente haciéndola uno que (aunque indigno) es ministro del Señor, produxo un efecto del todo contrario, pues, no contento con haberle injuriado de palabra, empezó a preparar la arma
para matar al deponente, el que, no obstante, insistió (81) en exponerle la
deplorable situación a que iba a reducir a aquella pobre familia, que él, entonces más furioso, encaró el fusil al testigo, el que no tubo más remedio que pedir a algunos soldados portugueses intercedieran con el agresor a fin de salvar la vida al mencionado Elizalde;

pero, habiendo conocido en el lloro y desconsuelo de la pobre muger y familia del difunto fueron infructuosas todas sus diligencias, pasó a socorrer al moribundo Elizalde con los auxilios espirituales, administrándole los
Santos Sacramentos de la Penitencia sub-conditione (por haber quedado sin habla con los fuertes golpes que le dieron) y el de la Extrema Unción, en cuyo momento se vio por segunda vez el deponente expuesto a perder la vida.
Rodeado de aquella tropa de infelices, empezó el deponente a administrar la
Santa Unción al desgraciado, quando se vio acometido de un soldado, quien sin
compasión ninguna empezó a pedir lo que tenían a todos los circunstantes y, por
haberle dicho que aguardara hasta que finalizara la sagrada ceremonia, encaró el
fusil al exponente y, si no hubiera sido por las mugeres con su lloro y dándole el
poco dinero que tenían pudieron detenerle, que aquel hubiera sido el último
momento de su vida; en este tiempo, habiendo al aposento donde se hallaba el
presbítero don Joaquín Santiago de Larreandi con el santo fin de auxiliar al
moribundo Elizalde y socorrerle con un poco de vinagre y vino generoso, que su caridad pudo proporcionarle por consejo de los de la casa, salió a otro aposento, pero cuál fue su dolor al ver entrar a breve rato en el mismo aposento al anciano señor don José Joaquín de Echanique, presbítero beneficiado, jubilado de ésta, quien, habiendo sido amenazado, pudo por una casualidad escaparse, abandonando su casa y refugiarse a la cárcel, en cuya compañía se vio por tercera vez amenazado el deponente.

79.- Joaquín Santiago de Larreandi, 47 años, presvítero beneficiado de las Parroquias unidas de la Ciudad de San Sebastián, 18-12-1813.

… dijo y depuso lo siguiente:
A la primera pregunta, dijo que la conducta de las tropas aliadas,
portuguesas e ynglesas, quando entraron en dicha Ciudad de San sebastián fue tan terrible y cruel contra los pacíficos vecinos y havitantes de ella que puede ser no presente la Historia otra más horrorosa, matando a unos sin distinción de carácter (132v) ni sexo, hiriendo a otros y saqueando y robando a todos, al paso que trataban bien a los soldados franceses, que con las armas en la mano caían
prisioneros. Que lo sabe por heberle presenciado, pues que, deseoso de continuar
en servir y cuidar de los presos, como individuo que era de la Junta de
Beneficiencia de cárceles, permaneció en la Ciudad durante todo el sitio y hasta la
tarde inmediata de haber tomado la Plaza; y, en el momento mismo que dos
soldados franceses de la guardia de la cárcel, prisioneros, ya gozaban de la satisfacción y seguridad de pasear y conversar con las tropas aliadas, fue muerto el paisano José de Elizalde, Alcalde, a quien auxilió para morir en sus últimos instantes.

Kategoria: 1813 Etiketak , , , , , . Gorde lotura.