La obsesión, Iñaki Egaña historialari eta idazlearen artikulua GARAn.
… Hablo con conocimiento de causa en cuestiones cercanas (Donostia, 1813) que quizás les resulten lejanas a quienes respiran desde la brisa del Serantes o desde el bierzo de Lerga. El avance del calendario ha propiciado que, con motivo del bicentenario de la destrucción, saqueo y muerte del 20% de la población donostiarra en los estertores de las guerras napoleónicas, los actos de recuerdo se hayan multiplicado.
En algunos he tomado parte desde la mesa de oradores. Los lectores reconocerán, aunque sea de manera leve, el debate suscitado en relación a la figura de Francisco Javier Castaños, duque de Bailén, y su responsabilidad en la masacre de entonces. Un ilustre militar que a los 10 años ya era capitán y en 1813 comandaba la España «libre de franceses».
Desde hace poco más de un año, la revisión de lo sucedido ha sufrido una contra-programación por parte de los defensores de la España de Frascuelo y sus valores históricos. Una defensa con los elementos habituales mediáticos (Vocento en la vanguardia como no podía ser de otra manera), pero también con los militares. A su cabeza, el gobernador militar de Gipuzkoa (subdelegado de Defensa en la nomenclatura actual). Como lo oyen. Defendiendo, junto a su tropa civil, el honor de Castaños y la españolidad de ese trozo de tierra que los arrantzales de bajura llamaban Irutxulo.
En un escenario lógico, es decir ausente de falacias, resultaría patético que un coronel recorriera casas de cultura y foros digitales afeando la disidencia y la lectura objetiva de la historia. De unos hechos que sucedieron, no lo olviden, hace 200 años. No lo es, sin embargo. El símbolo de la Hispanidad envuelve los acontecimientos, los impregna de una necesidad, la del convencimiento de una nacionalidad (española) de destino.
La obsesión.
Un gobernador militar que ya definió la importancia que otorga a la lectura política del pasado al concepto de españolidad, cuando volvió a jugar con la contra-programación en el aniversario de la batalla de los Intxortas. Recordarán el escándalo: conmemoración de la defensa del territorio vasco, de los bombardeos franquistas, de la ofensiva fascista que trajo estos lodos. Recogimiento y homenaje. El mismo día, desde los cuarteles de Loiola tocaron a corneta y los militares bajo su mando se desplegaron en maniobras por los Intxortas. Como entonces. No tuvieron valor de reconocer la obviedad y aludieron a la casualidad. (Jarraitzen du)